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ISSN 1989-4163

NUMERO 65 - SEPTIEMBRE 2015

¿Excluir o Incluir?

Inés Matute

 

Y el buen hombre va y dice “Es de justicia que los premios Ciutat de Palma sean en catalán”, y luego añade que el pilar básico de esta legislatura será acercar la cultura a los ciudadanos, haciéndola más participativa e inclusiva. El volver al catalán (que no el mallorquín) sería, según Miguel Perelló, un modo de dignificar el sentido de estos galardones.

Ergo…. Premiar a una buena obra escrita en castellano, no resulta digno.

Me resulta muy chocante y ofensivo que alguien que pretende que los mallorquines de nacimiento o adopción participemos más en la cultura, borre del mapa, de golpe y porrazo, a todos los escritores que escribiendo en castellano – por más que sean mallorquines, catalanes o sepan expresarse en catalán a la perfección- aspiren a conseguir un Ciudad de Palma en sus respectivas modalidades de prosa, poesía o la que tengan a bien sacarse de la manga este año. Si esa es la idea de participación e inclusión que tiene Mes, que será quien se encargue del departamento cultural del Ayuntamiento de Palma, apañados vamos.

De más está argumentar que la dotación de cada premio es fruto de nuestros impuestos, impuestos que pagamos por igual todos los residentes en la ciudad, seamos forasteros, palmesanos, extranjeros o alienígenas, que a juzgar por las declaraciones de algunos dirigentes, hay que dar por buena su existencia. Y si entre todos contribuimos a engordar el monto del premio, no hay motivo alguno para segregar a un colectivo que por el motivo que sea y que a nadie incumbe, escribe en una de las dos lenguas cooficiales de esta comunidad, y no en la otra. Una vez más, volvemos a pulsar la tecla del tópico: cultura es ante todo lengua. Y si para que prevalezca una hay que pisar a la otra, anularla, prohibirla o sacarla del mapa, se hace y punto pelota, y todo ello camuflado bajo el disfraz de la Justicia Histórica.

Conozco a muchos buenos escritores catalanes o mallorquines – Juan Planas, Antonio Rigo, Román Piña, Miguel Dalmau, Javier Cánaves, Eduardo Jordá, y un largo etcétera- que por decisión propia escriben en castellano y que tienen el mismo derecho que todos los demás a poder optar a un premio otorgado por su ayuntamiento. Nadie pretende aquí que no se conceda premio alguno a las obras presentadas en catalán/mallorquín, pero sí pretendemos que el castellano tenga tanto peso en el mundo cultural como el otro idioma cooficial, pues se trata de evaluar la calidad de una obra y no de poner en marcha toda la fanfarria folcklórico-nacionalista. O de eso debería tratarse.

Estoy cansada y harta de escuchar a los nacionalistas- a veces alzando su voz desde el odio y el resentimiento- pregonar por ahí que durante la dictadura se penalizaba el uso de las lenguas autóctonas, prohibiendo libros, prohibiendo autores, castigando a los niños que en la escuela escogían expresarse en su lengua materna. Señores: observen el panorama cultural a su alrededor y díganme, honestamente, ¿No están ustedes haciendo lo mismo? ¿Les suena de algo el nombre de Itziar Pérez, directora del IES Binissalem? ¿Orquestaron ustedes la marea verde?

Hemos vuelto a la dictadura cultural. Esta vez desde el otro bando. Por eso reclamo aquí y ahora, y en nombre de mucha gente, unos Premios Ciudad de Palma en las dos modalidades, catalán y castellano, aunque sospecho que, una vez más nuestra petición se la llevará el viento… pancatalanista.

 

 

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